Mis hijos han salido a mí, y les apasiona todo lo dulce, como a su madre. Sin embargo, tengo una hermana que no le gustan nada los pasteles, las tartas.... y a mi padre tampoco. ¡¡yo no lo entiendo¡¡.
a mi padre sólo le gusta el bizcocho casero, y los tocinos de cielo, ¡¡y yo me digo¡¡ ¿habrá algo más dulce que un tocino de cielo?.....
En mi casa aún no hemos entendido esa incongruencia, pero es así, os lo aseguro.
Bueno, a lo que iba, a mi hermana que no le gusta el dulce, sí que le gustan las sultanas de coco, y a ella le gusta mucho la cocina también, así que me pidió el otro día la receta. Como he estado pelín chunga con la fibromialgia éstos días atrás, no tenía ni ganas de colgarla en el blog.
Hoy le voy a poner las fotos y la receta para que se entretenga éste fin de semana, que dicen que va a cambiar el tiempo, que igual llueve, y me imagino que lloviendo no va a salir de casa.
Las sultanas de coco tienen un sabor y un aroma, que recuerda a la niñez. ¿quién no ha comido sultanas de coco cuando era chico?..., yo creo que todo el mundo la ha probado, la verdad...
También cuando las como me acuerdo de la playa. ¡¡sí, de la playa¡¡.
Y ustedes diréis ¿y por qué?...
Pues es bien sencillo, porque cuando nos íbamos con mis amigos a la playa de conil de la frontera, siempre pasaba por las tardes un abuelito con un cesto de mimbre por la arena, vendiendo las sultanas.
¿habrá algo más empalagoso que comerse una sultana con to el calor después de todo un día de playa?... Pues sí, pero nos la comíamos y nos sabía a gloria.
Ingredientes:
- cuatro claras de huevo
- 175 grs. de azúcar
- 175 grs. de coco
- 50 grs. de harina de trigo. (si tenéis maicena, mejor)
- una cucharadita de levadura en polvo royal
Se separan las yemas de los huevos, y usamos sólo las claras.
Montamos éstas, a punto de nieve.
Cuando estén montadas pero firmes, vamos añadiendo poco a poco el azúcar, y seguimos batiendo mientras que se van uniendo las dos.
¡¡que bonito, verdad¡¡...
Bueno, pues cuando ya está dulce tenéis que añadirle el coco poco a poco también, de igual forma que el azúcar, y posteriormente, una vez que está todo bien mezclado, añadimos la maicena, que habremos tamizado con anterioridad con la cucharada de levadura royal.
Con una cuchara grande la vais poniendo en la bandeja del horno, a la que yo le pongo papel de alumino para que no se me queden pegadas a la bandeja. Podéis, si queréis, untarla con mantequilla un poco con una brocha de silicona. Eso ya lo dejo a vuestra elección.
Dejáis un poco de espacio entre un montoncito y otro para que no se unan, porque suelen subir un poco,
Ponemos la bandeja en el horno, que ya lo tenemos precalentado a unos 175 grados, (también depende del horno, siempre lo digo, porque el mío es que es muy fuerte, y si no se me queman), pero vosotros conocéis cada uno el vuestro, y si lo necesitáis, pues lo precalentais a 180 ó 190 grados.
Los dejamos unos 20 minutos, y no lo habrímos el horno en los primeros 15 para que no se bajen. a partir de ahí vamos mirando no se nos vayan a quemar.
Las dejamos enfriar, y separamos de la bandeja con una paleta de silicona.
Cuando tengan éste color doradito y la casa se haya impregnado de ese aroma a coco tan delicioso, tendremos que aguantarnos una mano con la otra para no comerlas calientes y quemarnos el paladar, a no ser que tengamos el paladar de amianto, como un amigo mío, que se coma lo que se coma, nunca se quema, y claro, siempre come más ...... jajajajja. (ya os hablaré otro día de mi amigo, eso es pa conocerlo, jajajajja).
Luego las podemos guardar en una caja metálica para que se conserven mejor.
¡¡¡ y las tendremos listas para cuando llegue algún amigo a merendar a casa, o para que me invitéis a mí, que también puede ser, jejjejeje¡¡¡¡
¡¡¡que os aproveche¡¡¡¡¡
Yo las guardé en ésta caja tan bonita de galletas que me traje de estocolmo, y que estaban deliciosas, Eran de clavo y canela, y algún día intentaré hacerlas, y os dejaré la receta.
Haz el favor de guardarme unas cuantas para el fin de semana, que se que en la lata se conservan bien y como hoy he ido al endocrino y hasta dentro de tres meses no tengo que volver, me las voy a comer. Besitos.
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